Bird_p137 reviewed Trommeln in Der Nacht by Bertolt Brecht
Amor, pólvora y conciencia — Mi lectura de Tambores en la noche de Bertolt Brecht
4 stars
Leer Tambores en la noche fue como asomarme a una ventana abierta sobre un Berlín deshecho: la guerra ha terminado, pero el ruido —esos “tambores”— sigue golpeando desde el fondo de la ciudad y de las conciencias. Desde las primeras escenas sentí una tensión eléctrica entre lo íntimo y lo histórico. Brecht no presenta la posguerra como telón de fondo: la convierte en una presión constante que deforma gestos, promesas y destinos.
El regreso de Kragler, soldado que todos daban por muerto, me sacudió. Vuelve a una casa ajena, a un mundo que prefirió seguir adelante, y a Anna, ahora comprometida con Murk, símbolo de una normalidad acomodaticia. El triángulo no es puro melodrama: es el choque entre la tentación de la vida privada y el llamado —confuso, violento, urgente— de la revuelta social. Mientras leía, me descubrí dividido: ¿basta con recuperar el amor, o hay una deuda con los …
Leer Tambores en la noche fue como asomarme a una ventana abierta sobre un Berlín deshecho: la guerra ha terminado, pero el ruido —esos “tambores”— sigue golpeando desde el fondo de la ciudad y de las conciencias. Desde las primeras escenas sentí una tensión eléctrica entre lo íntimo y lo histórico. Brecht no presenta la posguerra como telón de fondo: la convierte en una presión constante que deforma gestos, promesas y destinos.
El regreso de Kragler, soldado que todos daban por muerto, me sacudió. Vuelve a una casa ajena, a un mundo que prefirió seguir adelante, y a Anna, ahora comprometida con Murk, símbolo de una normalidad acomodaticia. El triángulo no es puro melodrama: es el choque entre la tentación de la vida privada y el llamado —confuso, violento, urgente— de la revuelta social. Mientras leía, me descubrí dividido: ¿basta con recuperar el amor, o hay una deuda con los caídos, con la miseria que golpea las puertas?
La escritura temprana de Brecht ya deja ver su filo: diálogos secos, humor negro, estallidos líricos; escenas que rozan lo expresionista sin perder el pulso de la calle. Noté cómo cada personaje es también una postura ética: el oportunismo, la resignación, la rabia, el miedo. Y, sin embargo, Brecht evita sermonear; deja que los hechos y las elecciones resuenen como esos tambores, persistentes, incómodos.
El final me dejó con un nudo amargo: la promesa de un refugio íntimo no silencia la historia; solo la aplaza. Tambores en la noche me recordó que, en tiempos rotos, amar es también elegir qué parte del mundo dejamos entrar en casa —y qué parte de nosotros dejamos salir a la calle.