Un día, mil voces – Mi experiencia con La señora Dalloway de Virginia Woolf
5 stars
Leer La señora Dalloway de Virginia Woolf fue para mí como entrar en un flujo de pensamientos que nunca se detiene, un río en el que las memorias, las impresiones y las emociones se entrelazan hasta formar una textura única. La novela transcurre en un solo día en Londres, siguiendo a Clarissa Dalloway mientras organiza una fiesta. A primera vista, parece un argumento sencillo, pero pronto comprendí que lo esencial no está en la acción, sino en la vida interior de los personajes.
Lo que más me impresionó fue la manera en que Woolf nos introduce en las conciencias de Clarissa, de Peter Walsh, de Septimus Warren Smith, un veterano de guerra traumatizado, y de tantos otros. Saltar de una mente a otra, sin aviso, me hizo sentir que estaba escuchando un coro de voces íntimas, cada una con sus heridas, recuerdos y deseos. Esta técnica del “flujo de conciencia” …
Leer La señora Dalloway de Virginia Woolf fue para mí como entrar en un flujo de pensamientos que nunca se detiene, un río en el que las memorias, las impresiones y las emociones se entrelazan hasta formar una textura única. La novela transcurre en un solo día en Londres, siguiendo a Clarissa Dalloway mientras organiza una fiesta. A primera vista, parece un argumento sencillo, pero pronto comprendí que lo esencial no está en la acción, sino en la vida interior de los personajes.
Lo que más me impresionó fue la manera en que Woolf nos introduce en las conciencias de Clarissa, de Peter Walsh, de Septimus Warren Smith, un veterano de guerra traumatizado, y de tantos otros. Saltar de una mente a otra, sin aviso, me hizo sentir que estaba escuchando un coro de voces íntimas, cada una con sus heridas, recuerdos y deseos. Esta técnica del “flujo de conciencia” me atrapó por completo: sentí la vibración del tiempo, la fugacidad de los instantes.
Me conmovió especialmente el contraste entre Clarissa y Septimus: ella, rodeada de convencionalismos sociales pero consciente de su fragilidad interior; él, atrapado en su dolor y finalmente incapaz de soportar la vida. Ambos, de maneras diferentes, me hablaron de lo difícil que es existir en un mundo marcado por la memoria y la pérdida.
Al cerrar el libro, me quedó la sensación de que Woolf no escribió una historia sobre un día cualquiera, sino sobre la esencia misma de la vida: un tejido de pensamientos invisibles, donde lo efímero y lo eterno se tocan en silencio.