Bird_p137 reviewed En Busca Del Tiempo Perdido by Marcel Proust
Un viaje lento, hermoso y eterno – Proust me enseñó a mirar distinto
5 stars
Leer En busca del tiempo perdido no fue fácil. Lo confieso. Empecé con miedo, con paciencia, con curiosidad. Y terminé con asombro, gratitud… y algo parecido al amor.
No hay grandes giros, no hay héroes ni villanos. Hay recuerdos, olores, frases, gestos. Todo pequeño. Todo gigantesco. Proust no escribe para entretener: escribe para detener el tiempo. Para atraparlo, saborearlo, revivirlo.
La famosa escena de la magdalena es solo el comienzo. Porque lo que hace ese sabor en la boca, lo hace el libro en la mente. Te obliga a mirar hacia atrás. A descubrir que tu vida también está hecha de momentos mínimos que, de pronto, se vuelven eternos.
Proust me enseñó que no hay prisa. Que leer puede ser como escuchar música lenta, caminar sin destino, mirar una sombra en la pared.
A través de sus páginas conocí personajes inolvidables: Swann, Odette, Albertine, la duquesa de Guermantes. Todos complejos, …
Leer En busca del tiempo perdido no fue fácil. Lo confieso. Empecé con miedo, con paciencia, con curiosidad. Y terminé con asombro, gratitud… y algo parecido al amor.
No hay grandes giros, no hay héroes ni villanos. Hay recuerdos, olores, frases, gestos. Todo pequeño. Todo gigantesco. Proust no escribe para entretener: escribe para detener el tiempo. Para atraparlo, saborearlo, revivirlo.
La famosa escena de la magdalena es solo el comienzo. Porque lo que hace ese sabor en la boca, lo hace el libro en la mente. Te obliga a mirar hacia atrás. A descubrir que tu vida también está hecha de momentos mínimos que, de pronto, se vuelven eternos.
Proust me enseñó que no hay prisa. Que leer puede ser como escuchar música lenta, caminar sin destino, mirar una sombra en la pared.
A través de sus páginas conocí personajes inolvidables: Swann, Odette, Albertine, la duquesa de Guermantes. Todos complejos, todos tan reales como tus vecinos… o más.
Es un libro para leer con el alma despierta. Para volver a él. Para subrayarlo. Para abandonarlo por semanas y luego extrañarlo como a un viejo amigo.
En busca del tiempo perdido no es solo literatura. Es otra forma de habitar el mundo. Y yo, desde que lo leí, ya no veo igual. Ni el pasado. Ni el presente. Ni a mí mismo.